Inicio de Estancias y Formación Libre en Agricultura 2024
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Para solicitud de información e inscripciones, escribe indicando tus datos a: lacalmadepamies@gmail.com
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Mi nombre es Carmen, tengo 64 años (diciembre 2017) y vivo en Figueres (Barcelona). Con un año y medio de edad contraje el virus de la polio, según mis familiares fueron días de dolores horrorosos, quedé que no me sostenía en pie cuando ya caminaba correctamente. Costó mucho diagnosticarlo, pero al final un médico veterano, lo hizo. Me recetaron una bota, con hierros hasta la cadera, en la pierna izquierda, pero no me la colocaron ni en una ocasión porque me estuvo tratando una terapeuta energética durante 12 años. No me han operado nunca y he vivido como una persona normal, trabajado siempre y sin reconocimiento de minusvalía hasta los 45 años de edad.
A partir de los 55 años empecé a tener molestias, cansancio físico acusado y por las noches, en la cama, empecé a tener leves espasmos dolorosos con sensación de que me estuvieran clavando un cuchillo. Me despertaba con una alerta muy exagerada y se fue agravando con los años. Me recetaron antiinflamatorio y un medicamento que se receta para epilepsias y crisis de ansiedad, pero cada vez eran más frecuentes y dolorosas. Llegué a tener luxaciones articulares debido a los espasmos.
Tuve que asistir varias temporadas a un osteópata para que me pusiera los huesos en su sitio. Mi médico me dijo que tenía que pensar que mejor era tomar mórficos porque los antiinflamatorios me podían dañar el aparato digestivo, que todo venía de la post polio, que al envejecer, el virus que estaba latente en mis nervios se activaba. Me asusté, pues con la edad que tengo he asumido siempre mi enfermedad y he sido una persona activa, buscando siempre la forma de ayudarme.
Un día, una amiga me comentó por qué no tomaba cannabis. Lo consulté con mi neuróloga y me comentó que ella tenía algunos pacientes que lo tomaban y les iba bien. Me puse a buscar información y di con un centro de alquimia que me aconsejó tomar el aceite de cáñamo y … ¡¡ bendita la hora !! El efecto fue inmediato.
La dosis que tomo son 2 gotas 3 veces al día sublingual durante 1 minuto y después 3/4 de vaso de agua. Han desaparecido los espasmos, cuando estoy muy nerviosa por algo emocional, parece que me quiere dar, pero no me dan. Solo tomo algún antiinflamatorio de vez en cuando por la artrosis, pero ya no necesito el medicamento de “epilepsias”. Duermo mejor, las piernas relajadas y sobre todo, el infierno que pasaba, ha desaparecido. La alimentación siempre la he cuidado y he intentado comer una dieta sana.