Mi nombre es Raquel, tengo 58 años (junio 2020), soy Argentina y hace 12 años que vivo en Barcelona.
En el 2005 me diagnosticaron Hepatitis C, después de donar sangre. Es cierto que cuando comía mal o me excedía en el alcohol tenía molestias, pero nunca imaginé que fuera hepatitis.
Mi primera reacción al enterarme fue hacer un cambio fundamental en mi vida. Decidí hacerme ovolactovegetariana. Dejé de comer carnes, fritos, alcohol, café y chocolate, éste último es lo que más me costó.
Mi teoría era, si el virus está en mi hígado haré que duerma una larga siesta y no lo despertaré por desarreglos.
Mientras tanto empecé a averiguar qué método natural podía curarme. Una amiga me habló del MMS y empecé a leer artículos y a investigar sobre él.
Empecé a consumirlo sin seguir ningún protocolo. Tomé 6 gotas activadas cada noche durante 3 meses. Luego me informé que había un protocolo llamado 1000 y comencé a hacerlo.
Al cabo de unos 10 días me sentí fatal y lo suspendí tal y como me aconsejaron.
Decidí empezar a preparar mi cuerpo desparasitándolo. Al cabo de un mes comencé nuevamente con el MMS, pero esta vez lo hice sin activar y pude terminarlo por completo a pesar que algunas veces sentía nauseas, pero esa sensación pasaba muy rápidamente.
En ese entonces conocí personalmente a Josep Pàmies y le comenté lo que acababa de hacer. Él me recomendó que hiciera una novena de infusiones de Artemisa Annua, una novena de Boldo y una novena de Cardo mariano.
Tengo que decir que el médico que me trataba, siempre me decía que debía entrar en algún programa de tratamiento, pero yo me negaba, pues sabía que eran tratamientos muy agresivos.
En la siguiente cita con el médico éste me mira con cara de asombro teniendo en sus manos mis estudios y me dice: “Esto es increíble, tus valores son muy bajos, estás casi curada. Con estos resultados no entras en ningún tratamiento”.
Debo confesar que nunca me animé a decirle que había hecho el tratamiento con MMS y con las hierbas, ya que cuando yo les comentaba algunas de mis investigaciones naturales ellos se reían de mí.
En estos momentos estoy muy bien. Sigo con mi alimentación alcalina, ahora soy casi vegana (a veces me como una pizza de cuatro quesos, que es mi debilidad) y sigo haciendo mis novenas con hierbas medicinales a cada cambio de temporada.
Mi nombre es Manuel, tengo 54 años (enero 2021) y vivo en Córdoba. En el mes de marzo, hizo 3 años que me diagnosticaron hepatitis autoinmune. La inflamación del hígado se veía reflejada en los análisis. Los niveles llegaron a Bilirrubina en masa, 21 y 16.80 esterificada, Sm-Alanina aminotransferasa, 2142, Sm-Aspartato aminotransferasa, 1840 y por último, Sm-g-Glutamiltransferasa, 496, por lo demás todo bien. Mi hígado funcionando perfectamente. Me hicieron las pruebas de todas las hepatitis conocidas y enfermedades que dañan el hígado y todo salió negativo, pero la inflamación persistía. Entonces me hicieron las pruebas de los anticuerpos que salieron positivas ANA + 1/640. AMA Negativo AML Positivo 1/160.
El único tratamiento que me ofrecían eran corticoides, inmunosupresores y además en dosis elevadas puesto que había que bajar esa inflamación. Le dije que me lo pensaría puesto que estos tratamientos son bastante agresivos. Además de preguntarle si no había otro tratamiento con menos efectos secundarios, a lo que me respondió que era lo único que había disponible por el momento.
Cuando llegué a mi casa me puse en contacto con Dulce Revolución (soy socio) y ellos me dieron a conocer la maravillosa planta: Artemisa Annua.
Empecé con 5 gramos de artemisa annua, cardo mariano, la mezcla que tienen para el hígado, en infusión, repartidas en tres tomas. Al tiempo del segundo análisis que salió bien, reduje las tomas a una infusión de dos cucharitas del café al día con las mismas pautas.
Con respecto a la alimentación y los aportes con otras plantas como la moringa, siempre secas o al natural alternándolas en el jugo.
Para mi sanación he preferido los alimentos (semillas, vegetales, frutas y frutos secos, plantas, etc.) y las infusiones de plantas enteras y lo más vivas posibles. Ahora, por ejemplo, estoy tomando en el jugo, planta de cáñamo viva y la artemisa la he sustituido por la mezcla para el sistema inmune. Así voy alternando estas maravillosas plantas prohibidas, escondidas o como lo queramos llamar, pero que son tan potentes por sus aportes nutritivos que ayuda a la regeneración de todo nuestro organismo.
Llevo tomándola desde que me diagnosticaron el proceso autoinmune, con algunos descansos.
Tomas: 9 días Artemisa Annua y 7 días descanso.
Además de una alimentación natural. Intento comer del 60% al 80% comida viva y cruda, donde introduzco jugos verdes, ensaladas y frutos (incluidos los secos), plantas o aportes nutricionales antiinflamatorias, depurativas. Como la moringa (árbol de la vida), cúrcuma, algas espirulina, chlorella, kalanchoe, etc.
Los voy alternando normalmente en los jugos verdes. También tomo complementos como el magnesio y vitaminas C y D con baños de sol, kéfir de agua y alimentos fermentados que aportan bacteria beneficiosas para nuestra flora intestinal que también son importantes para nuestro sistema inmune.
He suprimido los lácteos, harinas refinadas, bollería industrial, alimentos procesados, alcohol, etc. He disminuido los hidratos de carbono y aumentado las grasas saludables.
Con todo esto, a los tres o cuatro meses estaba trabajando y poco a poco ha ido bajando la inflamación. He tenido algunos rebrotes, no tan grandes como al principio, en el primer año y medio.
Hoy por hoy me encuentro perfectamente, llevo un año y medio con los análisis, perfectos.
Me llamo Emma, tengo 45 años (abril 2017) y vivo en Valencia. El 12 julio 2016 me decidí a ir al especialista de digestivo, después de haber estado durante todo el año con molestias estomacales que iban y venían y que yo atribuía al stress, al trabajo.
Eran como pinchazos o retortijones. Empecé a preocuparme cuando las notaba cada vez más y en el mismo sitio, en el lado izquierdo. Alguna vez sangraba en las heces.
El 18 julio me hicieron la ecografía y se vio como un tumor, de 9 cm, en el hígado, pero a mí eso no me dolía y el médico dijo que lo del hígado podía ser un tumor benigno y me mandó un TAC.
El 21 de julio me hicieron el TAC y en él, volvió a salir lo del hígado, pero también un engrosamiento de la luz del sigma, y entonces esto ya era el colón, que era donde yo notaba las molestias. El médico me pidió una colonoscopia y resonancia magnética, ambas con anestesia.
En el informe de la colonoscopia ponía neoplasia de sigma y pólipo adenomatoso sospechoso de malignidad. La biopsia confirmó que era maligno: Adenocarcinoma moderadamente diferenciado ulcerado e infiltrante.
Yo no me podía creer que me estuviera pasando esto, era como una pesadilla. Decidí que no era el momento de morirme y que quería ver crecer a mis hijos y conocer a mis futuros nietos.
Me operaron el 6 de septiembre y me extirparon medio colón e hicieron biopsia del hígado, ya que en el último TAC el tumor había aumentado. Estuve 10 días ingresada.
El día 19, en la consulta con el cirujano, me confirmó que tenía metástasis en el hígado.
Antes de empezar con la quimio, en el TAC se veía que el tumor del hígado había aumentado 2 cm medía 12 cm y había satélites.
La única noticia buena hasta el momento fue que el gen no había mutado y dijo el oncólogo que eso era muy bueno. La estrategia era darme 6 sesiones de quimio y ver si el tumor se reducía y se podía operar.
El 5 octubre empecé con la quimio.
Desde que me diagnosticaron el cáncer cambié la alimentación, suprimí los lácteos, azúcar blanca, alcohol, harina blanca refinada… empecé estrictamente una dieta alcalina, que para mí fue el primer descubrimiento importante.
También empecé a tomar la sopa hipócrates y a hacer enemas de café dentro de la terapia Gerson.
Tomaba zumos de frutas, sobre todo uno al día de manzana, remolacha, zanahoria y otro de naranja. Utilizaba cúrcuma en los caldos y en cápsulas también. Jengibre en polvo en las infusiones.
Para las llagas de la boca me fue muy bien enjuagues con infusiones de tomillo.
El segundo descubrimiento fue la planta kalanchoe, que encargué en la Dulce Revolución. Me tomaba en cada comida un trozo de kalanchoe del tamaño aproximadamente de una tarjeta de crédito, en ensalada o mezclada con el zumo de fruta o verdura. La tomé tres meses (octubre a diciembre) y después la sustituí por pastillas de graviola. Tomaba en infusión la mezcla de hierbas para el cáncer (caléndula, milenrama y ortiga), así como la mezcla para el hígado.
Me hacía dos baños de agua caliente con sal marina a la semana para alcalinizar el cuerpo.
A través de los testimonios publicados en la web de Dulce Revolución contacté con varias personas que se habían curado, y esto me animó mucho. Leí el libro de la doctora Odile Fernández “Mis recetas anticáncer”. Sesiones de Reiki, yoga, meditación, terapia mística, baile.
Después del 4º ciclo me hicieron un TAC, el 29 noviembre 2016, y los resultados fueron muy buenos: se había reducido el tumor 4 cm y los satélites que había se habían reducido a la mitad, incluso uno de ellos había desaparecido.
Estaba super contenta porque los cambios en la alimentación, estilo de vida y la quimio habían funcionado.
El 21 diciembre terminé con la quimio y en el siguiente TAC el tumor se había reducido 2 cm más. Ahora media 6.
El 1 de febrero de 2017 me operaron del hígado, me extirparon medio. En el TAC posterior ya no aparece nada malo y analíticas perfectas.
Aun así me van a dar 6 sesiones más de quimioterapia. En la primera analítica de estas últimas sesiones después de la operación, los marcadores tumorales los tenía a 7 y en esta segunda ya me salen a 2 (el 5 es un valor normal). Yo he llegado a tener los marcadores a 5.000.
Ya estoy terminando el segundo ciclo.
Siento que el mejor remedio sin duda es disfrutar de los hijos, la pareja, la familia y amigos.
Así que ánimo a las personas que están pasando por este trance, que con optimismo y fuerza de voluntad se consiguen cosas.
Hola a todos, mi nombre es Ángeles, tengo 60 años (2016) y vivo en Motril (Granada). Soy veterinaria con 35 años de experiencia en grandes y pequeños animales. Desde hace unos 20 años llevo utilizando unas cápsulas en concentración de 150 mg. cuyo principio activo es la silimarina (cardo mariano), principalmente en perro y en mí misma, ya que tuve una hepatitis A y desde entonces mi hígado es sensible y a veces me da una advertencia. No sé exactamente cómo me vino la información de este maravilloso medicamento, el cual nunca vi recetar a humanos y que era totalmente desconocido por los médicos, los cuales, al nombrárselo, mostraban un desprecio como si se tratara de una pócima de dudosa procedencia y eso que es fabricado por unos “prestigiosos laboratorios”.
No dejo de preguntarme la razón por la cual, este medicamento o cualquier preparado a base de silimarina, no se usan sistemáticamente en tratamientos crónicos en los que el hígado es literalmente machacado con potentes medicamentos. Creo que es una pregunta tonta, todos sabemos por qué pasan estas cosas.
Este medicamento tiene la ventaja sobre otros compuestos a base de silimarina, en su concentración, 150 mg/cápsula, se empieza con una dosis de ataque de tres cápsulas diarias, después de las comidas y luego se sigue con dos, durante un período de 15 días. Después un período de descanso y volver al tratamiento.
Desde aquí os animo a probar este maravilloso principio: la silimarina y también, si tenéis oportunidad de enseñar a los médicos, ellos también tienen mucho que aprender, sobre todo humildad.
Aprovecho esta oportunidad para agradecer a Josep Pàmies toda su labor, gracias a él descubrí la Kalanchoe Daigremontiana, otra maravilla de la naturaleza.
Mi suegro sufre hace años un problema hepático a raíz de una infección en su juventud. De hecho tiene un carcinoma en el hígado y le han quitado unos pólipos en la vejiga para lo cual le están dando quimio. En su día también le dieron quimio para las manchas del hígado y cada 15 días necesitaba una transfusión de la sangre. Empezamos en junio 2011 a tomar la planta kalanchoe para el hígado.
En aquellas semanas de mayo y junio estaba tan débil que le era difícil moverse. Incluso regar nuestro jardín ya era un suplicio, muy a su pesar, pues en cierto modo esta actividad, ver crecer las plantas, flores y verduras le daba vida.
Empezamos en aquellos tiempos comiendo la kalanchoe con el estómago vacío en cantidad del tamaño de una tarjeta de crédito. El nivel de glóbulos rojos estaba entre los 6 y 6,5 millones. A los 15 días de la transfusión el valor bajaba de nuevo a los mismos niveles entre 6 y 6,5.
Adicionalmente a la Kalanchoe tomaba infusiones de alcachofera, cardo mariano y otros. Debido a las diarreas que le producía, combinado con la alimentación de verduras, las cambiamos por unas pastillas concentradas de estas mismas plantas que compré en un herbolario.
En el transcurso de la terapia con la kalanchoe cambió su alimentación a un equilibrio de 80 – 20 de alcalino y ácido. Es, sin lugar a dudas, una de la pautas más importantes para que aumente la eficacia de las plantas. No es fácil cambiar por completo la alimentación de una persona mayor, pero él está en ello y en parte lo hace como es debido. De hecho es muy consecuente en lo que se refiere a la toma diaria de la planta y de la pastilla.
A día de hoy (octubre 2011) es otra persona. Sus niveles de glóbulos rojos estan en 10,3 y no ha recibido una transfusión de sangre desde hace más de un mes. Hace unas dos semanas hemos iniciado una pausa en la toma de kalanchoe de exactamente 3 semanas. Dicha pausa termina el día 13/11/11. Durante este tiempo hemos sustituido la kalanchoe por el consumo de aloe vera, tres veces al día, y pastillas de graviola.
Está regando nuestro jardín, se da largos paseos y ha realizado hasta viajes dentro de España. Hasta se está planteando un viaje a la India. Ya es otra persona y se encuentra formidable.
En resumen podemos definir los pilares más importantes de su mejora de salud:
1) Kalanchoe en crudo para el hígado cada mañana antes de comer.
2) Pastillas de plantas protectoras del hígado.
3) Alimentación alcalina con la intención de reducir el porcentaje ácido de la alimentación.
4) Actividad física.
5) Predisposición mental positiva hacia las plantas.
6) Disciplina en su tratamiento.
Yo me he recuperado de un tumor cerebral de los más malignos (glioblastoma multiforme) mediante radio y quimio. Pero hay más. Cuando empecé los tratamientos sabía que el hígado iba a sufrir.
Mi profesión es ingeniero agrónomo, especializado en horticultura y mejora genética de plantas y había trabajado con la alcachofa y el cardo de huerta. Sabía que las semillas de ambas plantas son ricas en silymarina que parece ser un protector hepático. Antes de mi enfermedad, después de alguna comilona, me hacía bien tomar un extracto de semilla de cardo mariano (Silybum marianum), también rico en silymarina por ser un pariente próximo de la alcachofa y el cardo de huerta. Había localizado el producto en EEUU. Ahora supongo que también se podrá encontrar en España.
Así que empecé a tomar una píldora al día mientras duró la quimio (tres años y medio). Cada píldora pesa 1000 miligramos, de los que 250 son activos. Según el fabricante se pueden tomar hasta 2 píldoras por día con ocasión de las comidas. Yo siempre he tomado una píldora en la comida principal. Luego dejé de tomarlo durante períodos largos de tiempo (1 año) pero lo he vuelto a tomar y descansar con esa cadencia.
Los médicos son muy prudentes y les cuesta hacer pronósticos. En neurocirugía, me dijeron que el tumor no era operable, por estar alojado en una zona de acceso difícil, pero fueron los primeros, creo que a los 6-8 meses, que me dijeron que el tumor estaba en regresión. En neurología me comentaron que mis variables hepáticas eran perfectas, después del tratamiento.
Ahora, después de ocho años de que me lo detectaran, sólo queda una cicatriz del tumor en el cerebro. Y salvo secuelas soportables me considero curado. No sé si fue mi actitud vital positiva, el temodal con el que me trataron o también el cardo mariano. Yo puedo decir que éste no me ha hecho daño. El cardo mariano, la alcachofa y el cardo de huerta, muy próximas las tres, están consideradas como algunas de las especies de mayor contenido en antioxidantes.