Enfermedad inflamatoria de la piel que produce descamación.
Mi nombre es Leonardo, tengo 47 años (noviembre 2023) y vivo Montroig del Camp (Tarragona). Desde 1999 tengo psoriasis. Costras de piel muerta que, en mi caso, afortunadamente, sólo se dan en el cuero cabelludo y un poco en los codos. Hay gente que la tiene por todo el cuerpo, incluso en zonas más visibles, como la cara.
Nada de lo que me ofreció la medicina convencional funcionó, salvo la cortisona tópica que actúa rápido y es medio duradera. Sin embargo, con el tiempo fui viendo cómo, a la vez que trataba la psoriasis, se perjudicaba la micro circulación, debilitando los vasos.
También me ayudó el cambio de alimentación. Cuando di el paso a una alimentación vegetal, sentí muchas mejoras, así como cuando dejé de comer procesados, pero lo que me ha llevado a contar este testimonio es mi última experiencia con el muérdago.
El muérdago ha mejorado mi psoriasis como la cortisona, pero sin los problemas de la misma.
Esta fue mi experiencia:
El día 29 de septiembre, luna llena, fui a recoger muérdago con un amigo. Una parte la destinamos a secar, y con la otra, hicimos un hidrolato con alambique. Fue un salto al vacío porque no habíamos encontrado antecedentes del uso del alambique en el muérdago. El hidrolato salió en gran cantidad y calidad.
Con el sobrante, una enorme cantidad de hojas y tallos de muérdago casi desechos por las altas temperaturas, los trituramos con la procesadora en una versión con aceite de coco y otra con aceite de oliva. Esa pasta, resultado de la mezcla, color verde intenso y con un olor bastante fuerte y desagradable, es una maravilla. La he usado para mejorar el volumen de mi piel en la cara, como mascarilla facial que se seca como la arcilla, también para dejar sedoso el pelo, y para limpiar la piel de cualquier zona; pero lo impresionante fue el efecto en la psoriasis. Me hizo el mismo efecto que la cortisona, pero sin serlo, sin los problemas en la microcirculación (aunque se aplique tópica).
El resultado fue inmediato y más sostenible que la cortisona cuando han ido pasando los días y con una sola aplicación.
Ambas versiones (con aceite de oliva y con aceite de coco) hacen el mismo efecto, por lo que puedo deducir que los aceites no son la clave de la cura sino el muérdago.
Mucha información sobre el muérdago está en el libro de María Treben y también en el de Pio Font Quer.
A fecha de hoy, por supuesto, sigo usando el muérdago.
Me llamo Yris, tengo 68 años (octubre 2017) y vivo en Menorca. En mi familia, el MMS siempre ha dado buenos resultados.
Comparto el testimonio de mi madre, que con 90 años tiene una actitud vital muy positiva. Está casi sorda y ciega, por eso depende de nosotras, sus hijas (yo soy una de ellas), pero aún así es bastante autónoma. En el verano de 2016 le salieron unas rojeces que le producían picor en la cabeza, debajo de los pechos, en las axilas y en el cuello.
La medicina alópata diagnosticó -psoriasis- y los médicos le recetaron corticoides. Después de un mes sin resultado, decidí aplicar paños de MMS (soy una convencida de sus principios). Le aplicaba el MMS con gasas o paños de algodón. Activaba 10 gotas en medio litro de agua. Al mismo tiempo también tomó, durante 3 meses, 3 gotas activadas por la mañana y 3 gotas activadas de MMS por la tarde. Además tomó infusiones de hierbas depurativas (compradas en la Dulce Revolución) y las endulzó con stevia. Para lavar la cabeza utilizó un champú natural a base de salvia. En una semana, había mejorado y en un mes no quedaban señales.
Mi nombre es Nieves, tengo 51 años (junio 2020) y resido en Zaragoza. Durante unos seis años tuve en las uñas un problema de tipo psoriasis que los médicos a los que consulté me decían que no tenía solución. Dos dermatólogos me recetaron diferentes medicamentos, pero no recuerdo el nombre, uno eran gotas y otro una crema, creo que ambos contenían cortisona.
Las uñas de las manos, no todas en el mismo grado, se separaban de la carne en una cuarta o media parte de la medida total de la uña produciendo una especie de bolsa de aire. No era doloroso, pero era muy antiestético. Tenía que tener mucho cuidado de lo que tocaba. Un ejemplo: cuando trabajaba con mis plantas y si la tierra se introducía en mis uñas, al lavarme las manos, la tierra no la podía retirar totalmente. Siempre se quedaba una línea negra (de tierra) a la altura en que la uña se unía con la carne. Pasaban días antes de que la suciedad saliera de mis uñas. Imaginad qué efecto producía el tener esa línea negra en tres o cuatro de las uñas de cada mano. Trabajo con público, no os digo más. El saber que no tenía solución era desesperante. Siempre intentaba esconder mis manos avergonzada por su aspecto.
Hasta que un día, un conocido me hablo de Josep Pàmies y su trabajo. Y allí que fui, a Balaguer. ¡¡¡En buena hora!!!!! Me recomendaron que hiciera cuatro novenas de Artemisa Annua. Y así lo hice. En la segunda novena ya noté la mejoría.
Ya hace mucho tiempo desde ese primer encuentro con la Dulce Revolución. Sigo cada año haciendo en primavera las cuatro novenas de Artemisa Annua. Las uñas volvieron a su estado natural y así continuo.
Aprendí mucho de ellos y continúo haciéndolo. Gracias a ellos también descubrí la stevia que tomo en infusión y utilizo como edulcorante para alguna de mis tisanas. Y muchas cosas más.
Gracias DULCE REVOLUCIÓN por vuestro compromiso con el ser humano y con la naturaleza, por defender métodos naturales y luchar por todos nosotros.
Mi nombre es Núria, tengo 53 años (abril 2018) y vivo en Cornellà de Llobregat (Barcelona). Hace aproximadamente tres años entré en menopausia. Lo comento porque realmente no sé si tuvo algo que ver. Empezaron a aparecerme unas manchas de color rosa en las piernas y pensé que era debido a sequedad en la piel. Intenté localizar los mejores dermatólogos de Barcelona y sólo conseguí gastar un montón de dinero sin tener ningún tipo de solución. Tuve que ponerme cremas con corticoides que lo único que hacían era tapar el problema, pero no lo solucionaban.
El brote de psoriasis que me apareció al año siguiente (2016) fue espectacular: cabeza, brazos, espalda, piernas, pecho.... estaba desesperada. No entendía nada. Nadie en mi familia había sufrido de psoriasis, y pasé una temporada realmente dura. No podía vestir ropa oscura. En el coche era horrible ver cómo toda la tapicería se llenaba de blanco. Me hablaron de Josep Pàmies y en julio de 2017 visité a Aleix Pàmies. Él me recomendó tomar infusión de Artemisa Annua y, si lo necesitaba, añadir la mezcla de plantas relajantes (lavanda, melisa….). Así lo hice. Lo tomaba unas 2 horas después de la comida y unos 20 min antes de la cena. Preparaba la infusión con una cucharada del tamaño de la de postre de cada infusión. Al cabo de dos meses, la psoriasis había desaparecido por completo. Actualmente sigo tomando el mismo tratamiento, sólo descansé un mes.
Además de las infusiones sigo las pautas de alimentación alcalina que me dio Aleix.
Sólo puedo agradecer a la familia Pàmies todo lo que están haciendo por todos nosotros.
Mi nombre es Mariló, tengo 34 años (abril 2017) y vivo en Murcia. Padezco de psoriasis desde los 14 años. Afortunadamente he de decir que solo la presentaba en cuero cabelludo. Al principio, solo la tenía en una parte de la cabeza, pero con los años me fue ganando terreno hasta el punto de presentarse en más de la mitad de mi cabeza. Decidí ponerle remedio, ya que, hasta el momento, tan solo me ayudaba con champús que solo me hacían gastar dinero y no me solucionaban nada. Me negaba a usar corticoides.
Probé toda clase de ungüentos que sólo me hacían desesperarme y gastar dinero. Probé también con la acupuntura, pero tampoco funcionó. Me encontré con la homeopatía y he estado medicándome con ella durante casi 4 años consecutivos día tras día. Me ayudó mucho, pues las grandes costras de psoriasis que presentaba en el cuero cabelludo, prácticamente desaparecieron, pero no acabé de sanar. Seguía teniendo descamación, sintiendo picores y, la enfermedad, aunque más lenta, seguía avanzando poco a poco. Me brotaba ya por algunas zonas de las orejas y siempre tenía que llevar el pelo suelto porque se me veía mucha resequedad y alguna placa detrás de las orejas y sobre todo en la nuca.
En mi empeño por erradicar esta enfermedad seguí buscando algo natural que sabía que podría ayudarme. Fue entonces cuando leí sobre la artemisa annua y sobre sus propiedades para enfermedades autoinmunes y también leí varios testimonios, así que, me decidí a probarla.
Me tomé 3 infusiones al día durante 21 días y descansé 10. Esto lo hice durante 3 meses y ya, no tengo nada. Ni tirantez, ni picor, ni costras, ni heridas. Puedo chocolate de vez en cuando sin miedo a que empiecen los picores o una copita de vino sin que me arda la cabeza. Me he podido recoger el pelo y visto con ropa oscura porque ya no tengo costras que se puedan desprender de mi cabeza.
Mi peluquera la usa para su piel porque a ella le salen unas ronchas y siempre estaba liada con antihistamínicos, sobre todo en primavera que le suelen dar grandes brotes.
Estoy agradecida a la Dulce Revolución porque ya puedo llevar una vida normal. Recomiendo a todo el mundo que sufra una dolencia parecida esta planta al 100%. Imagino que habrá gente muy desesperada como yo y reacia a probar cosas nuevas por miedo a que lo natural sea más flojo o no dé resultado, pero se equivocan!! Les ánimo de corazón y estoy segura que encontrarán en esta planta la solución a su problema.
Me llamo Francisca, tengo 72 años (febrero 2017), nací en Barcelona, pero llevo muchos años viviendo en Mijas (Málaga). Hace unos 40 años tuve un fortísimo brote debido al estrés (juventud un poco desordenada) y a la falta de atención en la alimentación. El brote me apareció en todo el cuerpo, incluido el cuero cabelludo, con manchas rojas que comenzaron a descamarse y mucha picazón. Tuve varios tratamientos, cremas, pastillas, recetas magistrales, incluso me trataron con metotrexato. Todo esto consiguió aliviar un poco la situación, pero sólo de forma externa.
Con el paso del tiempo y tomando conciencia y haciendo cambios en mi vida, pude llegar a controlarlo bastante teniendo descamación fija en codos, sobre el coxis y pequeños brotes constantes en las piernas, sin llegar a desparecer. Ante cualquier situación de estrés tenía más brotes. Mi trabajo era de responsabilidad y eso me afectaba mucho.
En el mes de septiembre pasado (2016) comenzaron a aparecer nuevos brotes que fueron intensificándose, especialmente en la cara, cuero cabelludo, ojos, orejas, cuello y escote, con la consabida picazón.
El diagnóstico de los médicos fue "brote fuerte de psoriasis, debido seguramente a estrés", porque en mi caso concreto intento cuidar mucho mi alimentación. El estrés provenía parece ser, de exceso de deporte y mi carácter perfeccionista. Nuevamente me recetaron cremas, pastillas, recetas magistrales, etc. tratamiento que en esta ocasión no quise seguir. Entre tanto tuve la suerte de asistir a una interesante charla de Josep Pàmies en la que abrió una nueva posibilidad para mí. Me puse en contacto con la Asociación Dulce Revolución y rápidamente me propusieron tomar Artemisa Annua y me indicaron cómo tomarla, cosa que seguí al pie de la letra.
El 22 de noviembre (2016) comencé el tratamiento:
Infusión de Artemisa Annua 2 veces al día (después del desayuno y cena) durante 9 días y 7 días de descanso. La segunda novena igual. Y la tercera que empecé el 24 de diciembre ya la amplié a 3 infusiones al día (después de desayuno, almuerzo y cena).
Antes del mes de tratamiento ya se notaba la mejoría y al mes y medio, había desaparecido.
Desde el 25 de enero estoy haciendo la quinta novena, porque mi cuero cabelludo está más rebelde, aunque ya está mejorando, pero pienso que quizás si desde el principio hubiera tomado 3 infusiones al día, ya estaría totalmente limpia.
Intento evitar en mi alimentación: embutidos, lácteos, carnes rojas y, por supuesto, dulces. Mayoritariamente consumo frutas, verduras, legumbres, pescado azul, carnes de ave, arroz, huevos. Evito fritos.
Gracias por todo. Eternamente agradecida y siempre apoyando vuestra labor.
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Mi primer contacto con la planta Artemisia annua fue hace más de 3 años. Había leído sobre su utilidad en la enfermedad de la malaria y sus efectos reguladores del sistema inmunológico. Fue esto último lo que me llamó la atención y decidí tomar unas infusiones ya que se acercaba el invierno y quería comprobar si podía servirme para prevenir los resfriados. Padezco de psoriasis desde hace más de 20 años y en el momento de tomar Artemisia por primera vez tenía un pequeño brote que me afectaba a manos y brazos, pero no tomé la planta por este problema. De hecho, ni siquiera se me ocurrió que pudiera ser beneficioso para mi problema de piel.
Después de tantos años con psoriasis, ya había probado todo tipo de medicamentos y “remedios” sin buenos resultados, ya me había resignado a convivir con este problema y ni siquiera me acordé de mi psoriasis hasta que no empecé a notar mejoría, unos días después de empezar a tomar las infusiones. Esto lo considero importante porque creo que elimina el posible efecto placebo y cualquier tipo de sugestión por mi parte. La mejoría en mi piel fue una “casualidad”, ya que además, no encontré en ningún sitio que la Artemisia annua tuviera indicaciones directas para este problema. Tomé la planta durante poco más de una semana y me desaparecieron las costras y los picores.
Varios meses después y tras una fuerte amigdalitis, tuve el brote de psoriasis más fuerte e intenso que recordaba.
Aproximadamente el 90 % de mi superficie corporal se vio afectada por costras, engrosamiento de piel, eritemas y por supuesto intensos picores y heridas por no poder evitar rascarme. Tenía afectada la cabeza, el tronco, los brazos, las piernas, los pies… La simple visión de parte de mis lesiones provocaba un enorme asombro y gesto de preocupación en cualquier persona que me miraba, cosa que era totalmente comprensible. Yo imaginaba que a la gente le debía recordar a algún enfermo con algún tipo de lepra. Cómo este brote fue rápido (en cuestión de pocos días), acudí a urgencias dónde me trataron con antibióticos por posibles secuelas infecciosas de la amigdalitis, pero ante la magnitud del problema de piel, me derivaron a consulta de especialista en dermatología.
Tardaron pocos días en darme cita pero cuando acudí, el brote había alcanzado su máxima intensidad. Era como una representación “en vivo” de las fotos más impactantes de los libros de dermatología así que hasta los dermatólogos que me vieron en esta primera visita se sorprendieron del grado de afectación y hasta me pidieron permiso para hacer fotografías. No puse inconvenientes, y hasta me pareció normal como dato médico. Como ya he comentado, tenía prácticamente todo mi cuerpo afectado, por lo que me comentaron que no me serviría ningún tratamiento tópico (pomadas, baños, rayos UVA …) y que tenían que tratarme con inmunosupresores, en concreto con Metotrexato. Debido a las complicaciones que puede tener el tratamiento con este fármaco es necesario realizar una serie de pruebas sanguíneas previas para descartar cualquier tipo de problema antes de iniciar tratamiento así que me hicieron pruebas sanguíneas de todo tipo. Algunos de los resultados tardaban tiempo, así que me dijeron que volviera en 3 semanas y me mandaron a casa sin ningún tipo de tratamiento a la espera de resultados.
En ese tiempo de espera decidí tomar nuevamente Artemisia. El brote actual era descomunal en comparación al que tenía cuando tomé la planta por primera vez, pero no tenía mucho que perder, ya que no me habían puesto tratamiento y el malestar y los picores eran intensos. Pensé que con algo de mejoría, por ligera que fuera, podía valorar no usar el Metotrexato, así que comencé a tomar infusiones de la planta. Al mismo tiempo, realicé un trabajo de investigación buscando artículos científicos que pudieran estar relacionados con el beneficio de Artemisia annua sobre la psoriasis.
La verdad es que me llevé una sorpresa al encontrar cientos de artículos relacionados con esta planta (recomiendo buscar en Pub Med), pero no aparecía ninguno que pudiera darme información sobre el efecto de la planta sobre la psoriasis. Tras varios días de revisiones, finalmente encontré dos estudios que podían relacionar el uso de la planta con los efectos beneficiosos sobre la psoriasis sobre todo uno muy interesante que compara el efecto de la ciclosporina (medicamento que se usa como inmunosupresor para problemas autoinmunes, similar al metotrexato) con el efecto de uno de los componentes químicos de la Artemisia annua. La ventaja es que Artemisia annua no actuaría como inmunosupresor sino como inmunomodulador, con lo cual se evitarían los efectos negativos de una inmunosupresión.
Mientras rebuscaba para encontrar explicaciones científicas, seguí tomando las infusiones. Los primeros días no noté nada de efecto pero a partir del quinto-sexto día la mejoría empezó a ser apreciable y en menos de dos semanas, ante mi perplejidad absoluta, el brote desapareció prácticamente por completo e incluso la epidermis se regeneró completamente sin quedar restos de costras y mostrando la piel incluso un aspecto y tacto suave (fotos) ¡Y todo esto con sólo 9-10 días de infusiones! Lógicamente, desapareció de mi cabeza la idea de tomar metotrexato, pero quedaba la prueba de fuego de volver a la consulta del dermatólogo a por los resultados. Decidí desde el primer momento que iba a ser sincero con el médico y contarle lo que había tomado.
Si su respuesta hubiera sido negativa, habría elegido de todas formas tomar la planta antes que el medicamento, pero a la vez tenía bastante curiosidad tanto por ver su reacción ante mi espectacular mejoría como por conocer su opinión cuando le comentara el uso de la planta. Para ser sincero, esperaba cierto recelo. Mi profesión es la de veterinario clínico y yo también mostraría recelos ante ciertos protocolos que no se ajusten al método científico. Pero si nos ajustamos a la medicina basada en la evidencia, el peso de mi argumento era importante. Aun así llevé conmigo los artículos científicos relacionados que había encontrado por si mostraba interés.
Cuando entré por la puerta, y aunque con la ropa solo podían verme las manos y la cabeza, enseguida se dieron cuenta de que estaba mejor. Al quitarme la ropa, su sorpresa, aunque contenida debido a las circunstancias, fue mayúscula.
-Increíble la mejoría; No te dimos tratamiento, ¿verdad? -Y ¿no has tomado nada?
-Infusiones de una planta
-¡¿Nada más?!. ¿Qué planta es?
-Artemisia annua.
Así comenzó mi charla con el dermatólogo. Ante mi sorpresa, fue tremendamente receptivo con la información que le di (supongo que la rápida e increíble mejoría ayudó bastante…) y mostró interés con la información y los artículos científicos. De hecho, conocía la utilización de la planta en la enfermedad de la malaria y charlamos un rato sobre el tema Me dijo: “obviamente, no te vamos a dar metotrexato”. Reconoció la clara mejoría pero también, creo que con buen criterio, me comentó de la posible toxicidad de ciertas plantas sobre todo a nivel hepático. Surgió para mí entonces una oportunidad inmejorable de tener más datos sobre el uso de esta planta y sus posibles efectos secundarios en mi cuerpo y le propuse al médico la realización de nuevas pruebas sanguíneas justo ahora que acababa de tomar la planta. No había experimentado ningún efecto secundario físico durante el uso de la planta, pero si acompañaba esto con analíticas, me daría más seguridad. Aceptó gustosamente ya que también era de su interés y quedamos en vernos un mes después con los resultados de las nuevas analíticas
Un mes después, acudí a por los resultados. Estaban todos dentro de la normalidad, al igual que los primeros que me habían realizado y lo mejor es que los síntomas de mi problema habían desaparecido. Me citaron para hacerme un seguimiento cada seis meses. Los dos años siguientes he tenido otros dos brotes muy fuertes que también desaparecieron por completo con Artemisia annua. En uno de ellos tuve que tomar tres infusiones diarias de la planta durante un mes entero y no empecé a notar mejoría hasta casi las tres semanas de iniciado el tratamiento. Después la mejoría ya fue más rápida y la desaparición de los síntomas prácticamente total. También le comenté al dermatólogo la larga duración de este tratamiento (otras veces había tomado infusiones durante 10-15 días y no 30 días como en esta ocasión). Su respuesta fue que el tratamiento con metotrexato tiene una duración de meses y que si la planta no me daba problemas de efectos secundarios ni alteraciones en las analíticas, no veía inconveniente en que la usara a modo personal, viendo los resultados obtenidos.
Tengo que agradecer enormemente la comprensión del médico especialista en dermatología que sigue la evolución de mi caso. Comprendo las limitaciones éticas que impone su trabajo y también comprendo que no pueda recomendar el uso de la planta a otras personas ya que su uso no está regulado como medicamento. Además su posición está fuera de toda responsabilidad ya que la decisión de tomar la planta ha sido y es única y exclusivamente mía y es de agradecer el interés mostrado en el seguimiento y los controles periódicos que me realizan. Quizá los datos recogidos en mi historial médico puedan servir como base para el inicio de algún estudio decente. Aunque luego llegarían los laboratorios y eso ya es otro tema a debatir en otra ocasión.
Mi único interés es contar mi historia a modo de información por si a alguien le pudiera interesar. Mucha gente que padezca psoriasis puede leer esto y pensar en un “remedio” más (como me pasaba antes a mí) o por el contrario creer haber descubierto la solución a su problema. En estos dos últimos años conozco casos de gente que ha probado la planta para el mismo problema y hay personas que le ha funcionado muy bien, pero también otras que no han notado mejoría. Como la psoriasis es una enfermedad influenciada por múltiples y diversos factores (estrés, infecciones, alimentación, hábitos de vida…) es posible que para ciertas personas no sea efectivo o que se necesite una mayor duración del tratamiento. Resumiendo, harían falta más datos, más estudios y más experiencias personales antes de poder hacer una recomendación general. Mi caso es particular por no haber encontrado datos previos y por tanto sería un error lanzarlo como “solución milagrosa” pero estoy convencido de la evidencia de los resultados, de que existe explicación científica y de que su uso puede llegar a ser beneficioso no sólo en la psoriasis sino también en otro tipo de enfermedades autoinmunes. Igualmente reconozco que no me ha curado la enfermedad ya que he tenido algunos brotes, pero a efectos prácticos es como si no la tuviera. Ahora la tomo dos o tres veces al año durante un par de semanas como preventivo o en aquellos casos que empiezo a notar ligeros síntomas.
Espero que mi testimonio despierte interés por continuar estudiando y desarrollando los posibles efectos medicinales de esta maravillosa planta, pero si pudiera pedir una sola cosa, sería… ¡por favor, que no me conviertan a mi Artemisia annua en pastillas!
Artículos científicos relacionados:
1 Noori , Z.M. Hassan, B. Rezaei, A. Rustaiyan, Z. Habibi, A. Fallahian, 2008 . Artemisinin can inhibit the calmodulin-mediated activation of phosphodiesterase in comparison with Cyclosporin A . International inmunopharmacology 8(2008) 1744-1747
2 Jacob Golenser, Judith H. Waknine, Miriam Krugliak, Nicholas H. Hunt, Georges E. Grau, 2006. Current perspectives on the mechanism of action of artemisinins. International Journal for Parasitology 36 (2006) 1427-1441
Soy Rafa, tengo 49 años (2015) y os escribo desde Badalona (Barcelona).
En el otoño del 2011 me aparecieron en los pies un par de granos grandes que parecían eczemas y en las plantas unos granitos muy pequeños y duros. No le di importancia y durante tres años aparecían en otoño y desaparecían en el verano.
En el otoño del 2014 esos eczemas me salieron en el muslo por lo que acudí al médico y me diagnosticó psoriasis en gota. Me recetó varias cremas, ya que, con las primeras que me puse no desaparecían y además iban aumentando hasta el punto que se convirtieron en eczemas de la medida de un euro y con costra.
Se me llenaron las piernas, los pies y los brazos, y de forma aislada por el tronco. Dejé de ponerme las cremas.
Llegó el verano y desaparecieron, pero se podía apreciar unas manchas rojas donde había habido psoriasis.
A finales del verano del 2015 acudí a un quiropráctico neurológico para tratarme la distonía cervical que padezco desde hace muchos años. Me recomendó que, para eliminar toxinas, llenara la bañera con agua caliente y pusiese 200 gramos de bicarbonato y 200 gramos de sal marina, quedándome sumergido hasta la mandíbula unos veinte minutos. Lo hice dos veces por semana durante dos semanas, es decir, cuatro veces. Para que se disolviera la sal y el bicarbonato, movía el agua con las manos. Cuando empecé recuerdo que ya empezaba el otoño y en el brazo derecho comenzaba a aparecer algunos puntos de psoriasis.
En estos momentos estamos a mediados de diciembre de 2015 y ese brazo y el resto del cuerpo están en perfecto estado (el año pasado por estas fechas tenía el cuerpo lleno de costras). Sólo tengo algunos granitos en los pies, pero son diminutos.
Quizás sea casualidad, no lo sé, pero quería explicaros mi experiencia porque es lo único que he hecho que pudiese interferir en la psoriasis. Los baños los hice a mediados de septiembre y actualmente no hago nada. Es algo sencillo y económico.
Un fuerte abrazo.
Padecí psoriasis durante 12 años. Esta enfermedad cubría todo mi cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, mis partes íntimas, en el recto, detrás de las orejas, no había espacio donde no hubiese psoriasis.
Busque solución en la medicina alopática. Los médicos me dijeron, una y otra vez, que no tenía cura, pero yo no me lo creía y para mí decía que sí, que esto tenía cura, y ese pensamiento era firme, consistente, tenia fe absoluta que esto se iría. Al cabo de esos 12 años, un osteópata se cruzó en mi camino y viendo el grado de desesperación que me atenazaba me dijo “Te voy a mandar una flores de Bach que se llaman Rescate”. Me indicó la cantidad que debía tomar y al mes y medio, quizás dos, mi psoriasis me abandonó y dejó mi cuerpo limpio como si no hubiese pasado nada. La dosis era una botella de agua de 1/4 de litro y 4 gotas dentro. Tomaba esa botella a lo largo de todo el día.
Actualmente no tomo nada, es más, cuando desapareció el problema dejé de tomarlas y hasta ahora.
Creo que en mi curación, además de las flores, tuvo mucha importancia mi actitud y un deseo de superar aquello. Cualquier cosa que se manifieste en el plano físico, como la psoriasis y otras enfermedades, tiene mucho que ver con un estado mental muy desordenado y al cual hay que serenar. Para ello, hay que encontrar lo que produce ese desorden. Las causas pueden ser múltiples y algunos casos como el mío, eran varias a la vez.
Saludos
PD. El bote de Las flores de Bach me costo 10€
He padecido durante muchos años, en épocas de estrés, de psoriasis en los codos. No es muy fuerte, pero lo suficiente para ser bastante molesta, ya que me pica mucho. Hace unos meses, una amiga mía me habló de una receta del siglo XI, de la farmacopea europea del codex francés, que se llama "linimento oleo-calcáreo". Me mandó un botecito que ella prepara (es monja de clausura y hace jabones totalmente naturales y medicinales con macerados de plantas y una cremita por encargo que vende en su convento) y utilizándolo todos los días, a los quince días me desapareció por completo. Es una receta superfácil. Hay un montón de variantes en un sitio que se llama mendrulandia, en el hilo "crema para encamados". Así es cómo yo he aprendido a preparar la receta básica:
Se cogen 2 recipientes, yo uso los de cristal de mermeladas o de conservas. En uno se echa el agua de cal y en el otro el aceite de oliva con la cera de abejas. Se ponen los dos recipientes al baño maría, hasta que se disuelva la cera en el aceite. No se debe pasar de los 60-70 grados en el caso del aceite de oliva.
Se incorpora el aceite en el agua poco a poco mientras se bate (yo uso una minibatidora de café) hasta que se enfríe. Lo mejor es hacer un baño invertido, que es como el baño maría, pero en vez de calentarlo, se ponen muchos cubitos y agua fresquita. ¡Y ya está!
El agua de cal se hace con unos 20 g de cal viva o apagada en un litro de agua. Se la deja actuar toda la noche y se cuela al día siguiente con un filtro de café para que no pasen los restos.
Este preparado sirve para las quemaduras, psoriasis, dermatitis, piel atópica, para el cambio de pañal en bebés etc... Hay toda clase de información en la página que he dado y por la red.