Inicio de Estancias y Formación Libre en Agricultura 2024
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Para solicitud de información e inscripciones, escribe indicando tus datos a: lacalmadepamies@gmail.com
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Me llamo Alma, tengo 30 años y vivo en Madrid. Decido contaros mi historia por si pudiera ayudar a otros que sufran algo parecido. Mi segundo hijo, Zacarías, nació el 21 de noviembre de 2014, días después de su nacimiento un constipado pasó por nuestra casa, fue leve para nosotros, pero al bebé le provocó una bronquiolitis grave y le llevó a la UVI. Tras varios días en la UVI, con una terapia de oxígeno, mejoró y nos dieron el alta después de casi 20 días de hospitalización.
En el mes de marzo del 2015, el niño vuelve a presentar dificultad respiratoria, en esta segunda ocasión no necesitó hospitalización, pero sí revisiones en el hospital cada día, y nebulizaciones con un broncodilatador. Le dejaron prescrita una cámara para que yo, desde casa, se lo pudiera suministrar. La bronquiolitis se volvió a repetir en los meses de abril, mayo y junio. En estas últimas ocasiones también le prescribieron corticoides orales para las crisis.
Los pediatras nos explicaban que como tenía asma de bebé, nos daban esperanza de que con el tiempo, y al madurarle los pulmones, fuera mejorando despacio. Nos remitieron al neumólogo, argumentaban que para pasar el invierno siguiente probablemente necesitaría un tratamiento de corticoides de base.
Yo viví este proceso con bastante angustia ya que no veía mejorar al bebé y me asustaba darle tanta medicación durante todo el invierno. Tenía muy claro que suministrar corticoides no significaba que el niño fuera a mejorar…
La neumóloga del hospital en la consulta en el mes de septiembre 2015, me dijo que si le volvía a dar una crisis le tendrían que poner terapia con corticoides orales y corticoides inhalados. Me resistía a pensar en eso.
Decidí no llevarle a guardería por el momento y comencé el tratamiento con Perilla: un cuarto de pastilla concentrada tres veces al día diluida en agua.
Pasaban las semanas y los meses de invierno y el niño no tenía broncoespasmos. Paso varios constipados. En uno de ellos necesitó algunos días del broncodilatador. Llegó la primavera y la neumóloga ¡nos dio el alta médica!, pasó un buen invierno y no necesitó ningún tipo de corticoide.
El pequeño Zacarías crece y sus pulmones se fortalecen. El camino no ha sido fácil, pero hemos aprendido muchas cosas; el respeto a los tiempos necesarios de recuperación del organismo, la admiración por la fuerza de la naturaleza, por la hermosa creación en la que vivimos.
Gracias Dulce Revolución por el trabajo tan necesario que realizáis.