Inicio de Estancias y Formación Libre en Agricultura 2024
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Para solicitud de información e inscripciones, escribe indicando tus datos a: lacalmadepamies@gmail.com
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Mi historia empieza en 2007 cuando me detectan un cáncer de piel, llamado carcinoma vasocelular, muy poco agresivo. Me lo trataron con láser y funcionó, pero tuve mucho tiempo una cicatriz feísima que no había manera de quitar.
En el 2009 me operaron de un bulto en la ingle enorme. Creían que era una hernia, pero al analizarlo resultó ser un linfoma, de no Hodking, en estadio tres. No cogía ni la médula espinal, ni los órganos, pero estaba en los ganglios desde las rodillas hasta el cuello. Mi vida apenas cambió, en el sentido de que no me pusieron tratamiento porque era poco agresivo. Me dijeron que si los bultos de los ganglios se hacían grandes o las analíticas trimestrales mostraban problemas, entonces tendrían que tratarme con quimio.
A los 6 meses, más o menos, vi a Josep Pàmies en la tele y contacté con él. Me habló de la planta kalanchoe y de alimentación. Creo que la alimentación también ha sido fundamental en mi curación. A partir de ese momento comí menos carne o ninguna, más pescado, fruta, verdura, eliminé de mi dieta el azúcar y las harinas blancas y durante, más o menos, dos años tomé un trocito de la planta kalanchoe (como de un cm) al día en el puré o en la ensalada, potaje o sopa. También tomaba algo de aloe vera. Me hacía unos preparados con un poco de la planta entera y un poco de miel batida y me tomaba una cucharada antes de cada comida.
Al año y medio de tomar la planta, cuando me palpaban ya no se detectaban los bultitos, incluso los más grandes que estaban en la ingle y en el cuello desaparecieron. Al hacerme otro escáner vieron que simplemente no estaban y, además, las analíticas daban perfectas. A partir de entonces me espaciaron las visitas a 6 meses. También ocurrió que mientras tomaba la planta la cicatriz del carcinoma cerró perfectamente y ya estoy curada.
Mi hematóloga me dijo que nunca había visto algo así, que podía ser que se hubieran equivocado en el diagnóstico, que el linfoma que me quitaron pudiera haber sido era el malo y los otros podían ser alguna infección que tuve en ese momento. Lo cierto es que, conociendo los médicos mi deseo de ser madre, hace un año me dieron “permiso” y en septiembre del año pasado me quedé embarazada y ahora estoy a punto de ser madre.
Pudo ser un diagnóstico erróneo, pero lo cierto es que me empecé a sentir mejor, menos cansada, más activa, incluso bajé un poco de peso, supongo que gracias a la alimentación y ahora me siento estupenda.