Mi nombre es Manuel, tengo 55 años (abril 2020), soy director de empresa y vivo en Madrid.
Hace unos años me asocié a Dulce Revolución. Este correo lo dirijo a la familia Pàmies y a las personas que hacen posible este proyecto.
Acabo de escuchar en la Cadena Ser, en el programa de la Ventana, cómo se desprestigiaba a "un pobre agricultor de la provincia de Lérida que manipula, engaña, bla, bla, bla", nada nuevo que no sepáis o que no hayáis escuchado ya.
Escuchando la "noticia", la indignación me ha subido como la espuma, pero me ha durado muy poco, y de la indignación he pasado a la alegría. A la alegría de saber que lo estamos haciendo muy bien (me incluyo por lo que más tarde reseñaré); a la alegría de saber que son ellos los que nos tienen miedo a nosotros, los diferentes, los que estamos en otro territorio que ellos no pueden controlar o manipular. Y comienzan a darse cuenta que este movimiento no tiene marcha atrás; que más tarde o más temprano la consciencia individual de las personas llegará, esto es, que ya está llegando, y que la conciencia de muchas personas atenta contra sus intereses sociales, económicos, de control y de poder.
Por eso me he alegrado de la "noticia", porque comienzan a tenernos miedo. Porque las que están contadas son sus horas, no las nuestras, que son las de nuestra Madre Tierra, las de nuestra Madre Naturaleza.
Tuve la ocasión y la suerte de asistir a una charla de Teresa Forcades y de Josep Pàmies el pasado año en un pueblecito de la sierra de Madrid. Después de acabada la charla, intercambié con Teresa unas palabras. Le expliqué que mi padre que ahora cumple 91 años, hace más de dos años se curó de un cáncer de vejiga (según el cirujano que operó mi padre éste no duraría más de un año, y ya va camino de los tres con buena salud, edad aparte), gracias al CDS (no tengo palabras de agradecimiento para Andreas) y gracias a la dieta disociada de Suzanne Powell (idem para ella), y a las hierbas que me recomendasteis que tomara (en mi terraza tengo Kalanchoe para aburrir).
Los oncólogos del hospital donde se trató mi padre y con ni siquiera un ciclo de quimio (dejó de sangrar por la orina antes de que pasaran 30 días del inicio del cambio de dieta y de la toma de CDS), todavía se están preguntando por qué el tumor ha desaparecido, por qué mi padre está bien y no sangra. En resumen, por qué mi padre no ha fallecido como mandan las estadísticas para ese tipo de patología. Y les da igual averiguar la causa.
Este es el motivo de mi correo; daros todo mi ánimo y todo mi apoyo por vuestra labor. A Andreas, a Teresa a vosotros los Pàmies, a todos los que divulgáis.