Me llamo Matilde, tengo 65 años (junio 2020) y vivo en Córdoba. Mi madre tenía un lunar verrugoso en la cara que empezó a crecerle a gran velocidad. El médico dijo que había que quitarlo pues era potencialmente canceroso.
Mi madre tenía 85 años y tanto ella como la familia no éramos partidarios de someterla a una cirugía que podría complicarse y más a esa edad.
Por su cuenta y decisión dijo que a ella no le tocaban la cara. Así que cada día se aplicaba un trozo de aloe que se dejaba puesto sobre el lunar con un esparadrapo y se lo cambiaba de noche. O sea, cada 12 horas un trozo nuevo de aloe de la planta que teníamos en casa, desde hace tiempo.
Estuvo haciendo esto cada noche durante un mes y el lunar desapareció completamente. El médico no lo creía, decía que eso a veces pasaba, que se quitaba solo.
Mi madre murió con 96 años y sin que volviera a aparecer el lunar. A veces comentamos este episodio y nos preguntamos qué habría pasado si se hubiera sometido a una cirugía para extirparlo.