**ATENCIÓN** Hay imágenes de recuperación explícitas que pueden herir la sensibilidad del lector.
Mi nombre es Carmen, tengo 56 años (noviembre 2023) y vivo en Lérida.
Nuestro caso comienza como tantos otros, con diabetes tipo II, una enfermedad silenciosa que va haciendo por dentro.
Mi marido (62 años) fue perdiendo lentamente calidad de vida. Empezó a tener problemas circulatorios y le empezaron a salir úlceras en las piernas. Primero era alguna úlcera esporádica y después ya comenzaron a ser habituales en una pierna, en la otra o en ambas.
Al cabo de un tiempo empezaron a fallar los riñones y comenzaron las sesiones de diálisis. Meses después, empezaron los problemas respiratorios. Había noches que no podía tumbarse en la cama porque se ahogaba y pasaba parte de la noche sentado.
Las piernas se fueron complicando hasta que en la pierna izquierda le tuvieron que hacer un by-pass porque casi no tenía circulación.
La diabetes continuaba siendo un problema. No había manera de tener unos niveles correctos, ni estando ingresado.
Debido a todo lo que iba surgiendo, pasaba bastantes temporadas ingresado.
Por fin llegó el trasplante de riñón y parecía que les cosas mejoraban un poco. Su calidad de vida era mucho mejor.
Pero las úlceras continuaban apareciendo en las piernas. Los problemas respiratorios se fueron agravando hasta que le trajeron una bomba de oxígeno a casa. Tenía que llevar puesto el oxígeno durante toda la noche y algunas horas durante el día, de por vida.
Un día le salió una úlcera nueva, en la pierna izquierda, en la parte de atrás del tobillo, justo encima del tendón. No era la primera vez que pasaba y pensamos que volvería a estar meses abierta, como la vez anterior.
Pero las curas habituales no eran suficiente, cada vez estaba peor, hasta que quedó el tendón al descubierto. Y lo ingresaron.
El diagnóstico: La úlcera no se podía curar porque no le llegaba sangre. El by-pass se había taponado y no habían encontrado ninguna vena en el cuerpo, que pudieran aprovechar para poder cambiarlo. La única opción era la amputación de la pierna por debajo de la rodilla.
El mundo se nos vino abajo.
Empezaron los trámites para la intervención, pero los quirófanos estaban ocupados durante al menos dos días y nos mandaron para casa, a esperar hasta que nos avisaran.
Una vez en casa, nos empezamos a mover y llamamos a todas las puertas que se nos ocurrieron en aquel momento.
Había oído hablar de la ozonoterapia y consultamos si se podía hacer. Nos dijeron que en el estadio que se encontraba su enfermedad, ya no era posible.
Todo apuntaba que nos teníamos que resignar.
Teníamos en casa MMS y había leído "Salud prohibida" de Andreas Kalcker. Yo ya lo había tomado, pero nunca me había atrevido a dárselo a mi marido, por la medicación que tomaba.
Tenía miedo que interfiriera con la medicación del trasplante.
Lo estuvimos valorando y mi marido dijo que adelante, que lo quería probar. Así que comunicamos al hospital, que de momento, no se iba a operar.
Y así fue como me quedé en casa con un paciente trasplantado, con el by-pass taponado, necrosis y bomba de oxígeno.
En esos momentos, empezaba a andar el movimiento MAI (Movimiento Asistencia Integral) y compartisteis su teléfono en las redes. Llamamos. No recuerdo el nombre de la persona que nos atendió, pero muchísimas gracias. Le consultamos la manera de tomarlo y nos aconsejó empezar con un enema de MMS, porque si no había circulación, sería la manera más efectiva para que llegara a la herida.
¡Y funciona! Vaya si funciona
Al día siguiente la herida ya no hacía mal olor. Esto nos dio un poco de esperanza.
Una enfermera nos había dicho que debíamos vigilar la temperatura de la pierna y el olor. En el momento que ya no hubiera nada de circulación, la pierna se enfriaría rápidamente y tendríamos que correr al hospital.
Empecé a buscar información. Debíamos controlar la infección, destaponar el by-pass y atacar la diabetes.
Comenzó a tomar cada noche, un rato antes de la cena, un limón entero, con la piel incluida, triturado añadiendo un vaso de agua y colado. Dos infusiones de estevia, una después del almuerzo y otra después de la cena.
El enema lo preparaba con seis gotas activadas de MMS y para las curas, me preparé un spray con la mitad de MMS diluido y la mitad de DMSO.
Las curas, las hice una vez al día, durante un año, y después cada dos días. Lavaba la herida con agua de mar y jabón, después la rociaba con la mezcla del spray, la dejaba actuar 4 minutos, y antes de tapar la herida le ponía aceite de coco. También estuve alternando con miel.
Descubrí las propiedades de la ortiga y la incorporé a las infusiones de estevia.
También le puse trapos mojados con la infusión de ortiga, encima del by-pass.
Al cabo de 10 días tuvo una hemorragia y dedujimos que la circulación se había restablecido en parte.
A partir de ese momento cambiamos al CDS. Era más cómodo de usar. Sólo había que poner en el spray la mitad de CDS y la mitad de DMSO. También dejamos los enemas y nos pasamos al CDS de forma oral.
Cada día preparaba 1 litro de agua con el CDS (empezamos con 5 ml y fuimos aumentando hasta 20 ml) Este litro de agua lo repartía en dos botellas. Una botella se la tomaba a media mañana y la otra a media tarde. Así nunca se mezclaba con la medicación que se tomaba en las comidas y tampoco interfería con el limón que se tomaba antes de la cena.
A los tres meses de hacer todo esto, ya no necesitaba la bomba de oxígeno. Los niveles de azúcar se habían moderado, aunque aún eran elevados.
Le pidieron hacer analíticas y no había infección, que era lo que más nos preocupaba. Y los valores habían salido mejor que nunca.
Teníamos que insistir con el tema diabetes, pues era la causante de todo.
A parte de hacer un cambio de dieta, incorporamos a las infusiones, la tulsi, el cardo mariano y la bardana. Estos dos últimos los tuvimos que dejar porque interferían con la medicación del trasplante. Y fue una lástima porque realmente lo ayudaron a bajar los niveles de azúcar.
Vi el vídeo del Josep Pàmes, recomendando la Lepidium para deshacer las calcificaciones de las venas y arterias. La incorporamos también. Así que cada día se toma dos infusiones de estevia, juntamente con otra planta de las que he mencionado. Nunca repite el mismo día, vamos alternando las plantas.
De todo esto ya hace un año y medio.
Os paso un resumen de fotos de este último año y medio, donde podréis ver la evolución de la herida.
La herida aún no está cerrada, queda muy poquito.
Como en los últimos cuatro meses, no vemos ningún avance, hemos ido a consultar al especialista.
Nos dice que puede quedar como una herida crónica que habrá que curar dos veces por semana.
Tal vez tenga razón. Pero aún tengo esperanza que cierre completamente.
Lo más importante es que mi marido puede caminar. Nunca ha dejado de hacerlo. En todo este tiempo no ha aparecido ninguna úlcera nueva. No necesita la bomba de oxígeno, y descansa toda la noche.
Los niveles de azúcar han bajado tanto, que está a punto de dejar la insulina y pasar a tomar únicamente pastillas.
Agradezco a Josep Pàmies y a todo su equipo por toda la información que han compartido y que nos ha servido de tanto. Gracias por estar al lado de los que lo necesitan.
Gracias al personal médico, que sin aprobar lo que estábamos haciendo, lo han entendido y respetado. He de decir que he tenido la suerte de encontrar personas maravillosas.
También quiero agradecer a Sara de Vic que compartiera su testimonio. Me ha sido de gran ayuda.
Mi nombre es Johanna Patricia, tengo 46 años (febrero 2021) y vivo en Mendoza (Argentina). El 3 de enero de 2021 caí en un pozo séptico y tuve tres fracturas (tobillo, pierna anterior y posterior). El 21 de enero fui operada. El 10 de febrero me cortaron el yeso para poder hacer las curaciones.
Las curaciones las hice en casa, dos veces al día, colocando CDS en una gasa y directamente en las cicatrices. Logré así una recuperación muy rápida, en una semana y media.
Adjunto fotos: